¿Cómo ha evolucionado las posturas de parto a lo largo de la historia? ¿Existe una postura perfecta y única para dar a luz? ¿Cada mujer tiene unas necesidades diferentes en cuanto a su tipo de parto, posición del bebé, relación de su pelvis con la cabeza de su hijo? ¿Hay otras opciones diferentes a la postura de decúbito supino ginecológica o también llamada de litotomía ? Si te interesa conocer estas y otras preguntas quédate por aquí…
A lo largo de la historia tenemos no muchas referencias de como eran los partos, pero en casi todas se describen en posiciones verticales, desde la antiguo Egipto donde aparecen de rodillas o en sillas especiales hasta Grecia donde se sitúan en sillas de parto con asiento abierto y la posibilidad de poder mover el respaldo. Si nos situamos en el 1492, época en la que Cristobal Colón descubrió América, en la cultura precolombina, se realizaban los partos en posturas predominantemente verticales, tanto en cuclillas como arrodilladas o sentadas. Entonces, ¿Cómo llegamos a la postura de litotomía? Se habla del rey Luis XIV que para estar presente el en el parto de sus mujeres y poder verlas con claridad, las mandaba tumbarse, práctica que se extendió y popularizó en Francia. Después, en el siglo XVIII Francois Mauriceau, partero de la corte del rey de Francia en esa época, escribió un libro proclamando los beneficios de la postura horizontal y desde Francia la práctica se extendió al resto de Europa e incluso a Estados Unidos hasta la actualidad.
Desde hace ya varios años, desde diferentes movimientos se está tratando de volver a utilizar posturas con mayor uso de la gravedad y con mayor protagonismo para la mujer decidiendo en que posición se encuentra mas cómoda. Como uno de los precursores, tenemos al obstetra francés Michel Odent que popularizó el alumbramiento en agua en Londres y describió:
«A la mujer que está en trabajo de parto se la urge a confiar en lo que ella siente, a moverse como le parezca, a tomar, de manera espontánea cualquier posición. Puede caminar, sentarse, arrodillarse, apoyarse en alguien o en algo o también acostarse si eso le es cómodo. Cuando se les da esa libertad las mujeres raramente eligen la posición dorsal o la de semisentada por largos períodos de tiempo, porque simplemente no están cómodas».
Continúa leyendo →